Me
llamo Rubén, tengo nueve meses y estoy contentísimo porque acabo de nacer.
Estaréis pensando: ¿Cómo dice que acaba de nacer, si tiene nueve meses? Os lo
voy a explicar y lo vais a entender muy bien.
Empezaré
diciendo que vivo en un bosque de Ourense con mi familia, que es muy numerosa y
junto a varias familias más. Con algunas nos llevamos muy bien. Con otras…no
tanto.
Ahora
seguro que estáis pensando: ¿Vive en un bosque? ¡Qué raro!
Pues de
raro nada porque… ¡Soy un conejo!
¡Jejeje! ¿A que no os lo esperabais?
Pues
sí, un conejo feliz, que vive con sus padres, sus abuelos y sus 17 hermanos. Ya
sé que vosotros no tenéis tantos hermanos, pero los conejos somos así.
La vida
aquí en el bosque es maravillosa, nos despertamos cuando sale el sol y nos vamos
a buscar algo para desayunar. Pronto encontramos algo que comer porque los
bosques gallegos son para nosotros lo mismo que el Carrefour para vosotros. ¡Hay
de todo! Luego jugamos, curioseamos y escuchamos los sabios consejos que nos
dan los mayores para aprender a sobrevivir. Nosotros no podemos ir al colegio,
porque no existen las escuelas para conejos.
Aquí la
vida es tranquila, aunque a veces pasan cosas inesperadas: aparecen lobos,
zorros o incluso cazadores. Nosotros estamos bien entrenados y corremos
muchísimo cuando los vemos aparecer, pero a veces alcanzan a alguno de nuestros
compañeros y nos ponemos muy tristes. Pero lo peor de todo son los incendios.
En ocasiones son provocados por fuertes tormentas, pero la mayoría de las veces
es por vuestra culpa, porque sois imprudentes y ensuciáis nuestro bosque. Otras
veces, incluso plantáis fuego a propósito. Deberíais tener en cuenta que somos
muchos los que vivimos en el bosque y que en un incendio pueden morir familias
enteras. Pero bueno, como supongo que eso vosotros ya lo sabéis, continúo con
mi historia.
Todo
iba bien en nuestra vida, hasta que un día por la mañana, salió el sol y toda
mi familia se ausentó de la madriguera. Cuando ya estaban desayunando, mi
madre, la coneja Marta, se dio cuenta de que yo no estaba.
-¿Dónde
está Rubén? ¡Qué raro que no haya venido a desayunar! Él siempre tiene hambre.
Iré a buscarlo.
Cuando
mamá llegó a la madriguera, me encontró muy tapadito y tiritando. Me preguntó
qué me pasaba, y yo le dije que no me encontraba bien, que estaba muy cansado y
que no me podía levantar. Mamá miró mi temperatura y tenía muchísima fiebre. Me
dijo que no me preocupara, que iba a salir a buscar una medicina que me iba a
curar rápidamente. Aquí, en el bosque, no tenemos farmacias como las vuestras,
aquí es mucho mejor porque estamos rodeados de plantas que pueden curarnos de
muchas enfermedades y además ¡son gratis! Mamá volvió con la medicina, sabía
muy mal, pero como quería curarme pronto, me la tomé toda.
Pasaron
varios días y mi familia y amigos cada vez estaban más preocupados porque yo no
mejoraba sino todo lo contrario, cada día estaba peor. Fue por eso que el
abuelo Benjamín decidió ir hasta el otro lado del bosque a buscar al Doctor
Ambrosio, el mejor médico de conejos del los bosques cercanos. Cuando el médico
me vio, arrugó el bigote y dijo que tenía muy mala pinta y que mi enfermedad
parecía grave, pero que tenía que hacerme varias pruebas para saber qué me
pasaba exactamente.
Después
de dos intensos días haciéndome multitud de pruebas, les comunicó a mis padres
que estaba muy enfermo porque mis riñones no funcionaban y que la única solución
era un trasplante. En cuanto el médico pronunció la palabra trasplante, mi
madre dijo:
-Doctor,
aquí tiene mi riñón para mi hijo. Empiece la operación cuanto antes.
El
médico le explicó a mamá que no era tan sencillo, que no valía cualquier riñón,
que había que hacer unas pruebas para ver si el riñón de mamá servía para mí,
porque cabía la posibilidad de que mi cuerpo lo rechazase. En efecto, le
hicieron las pruebas a mamá y su riñón no valía. Luego se las hicieron a papá y
a mis diecisiete hermanos pero ninguno de ellos podía darme un riñón. El abuelo
pidió que le hiciesen a él las pruebas pero el doctor le dijo que ya era muy
mayor para donar. Estábamos convencidos de que era el fin e iba a morir porque
necesitaba algo que nadie podía darme.
Al vernos
tan tristes, el médico nos dijo que no debíamos perder la esperanza y que
debíamos seguir buscando. Insistió en que no hacía falta que fuese de alguien
de la familia, que valía de cualquier otro conejo y que en el bosque vivían
muchos así que igual alguno podía donármelo.
Cuando
se corrió por el bosque la voz y comenzaron a saber lo que me pasaba, llegaron
muchos conejos de bien lejos para que el Doctor Ambrosio les hiciese las
pruebas. A la mayoría ni siquiera los conocíamos. Todos querían ayudar para que
me salvase. ¡Qué buenos!
Al
final, apareció el riñón que tanto necesitaba. Su dueño se llamaba Lucas y era
un conejito de un año que vivía en un bosque lejano. No lo conocíamos de nada y
nos emocionó realmente que quisiese donarme el riñón.
En
cuanto el médico se aseguró de que su riñón era perfecto, comenzó la operación.
Tuvo que avisar a varios especialistas más para llevar a cabo la intervención,
pues era muy complicada, de alto riesgo. Además, debían operarnos a los dos a
la vez, para que el riñón de Lucas no estuviese mucho tiempo fuera del cuerpo,
pues podía estropearse. Fue una operación muy larga, pero al final todo salió bien.
Cuando
desperté, estaba en una madriguera muy grande y limpia, había varios doctores y
acostado muy cerquita de mí, un conejo al que yo jamás había visto pero que
empecé a querer como quería a mis diecisiete hermanos. Era Lucas.
Lo miré
y le dije:
-Muchísimas
gracias.
Tras
decir eso, ya no fui capaz de articular palabra y empecé a llorar. Él me dijo
que no tenía nada que agradecer, que lo había hecho porque si él fuese el
enfermo también le gustaría que alguien le salvase la vida.
Después
de recuperarnos los dos, volvimos a nuestras vidas, él en su bosque y yo en el
mío. Nos vemos algunas veces y nos llevamos muy bien. Aunque vivimos lejos el
uno del otro, sabemos que somos hermanos y nos ayudaremos siempre que lo
necesitemos.
He
empezado diciendo que tenía nueve meses y que acababa de nacer, ¿ahora lo
entendéis? Ya estaba casi muerto y gracias a “mi hermano” Lucas, he vuelto a
vivir.
Acordaos
de mí y de Lucas cuando encontréis a alguien que lo necesite. ¡Podemos salvarle
la vida a alguien o alguien nos la puede salvar a nosotros!
Gustoume moito este relato porque é moi divertido e está moi ben escrito. Parabéns! Iria Araujo (2º Primaria)
ResponderEliminarEste conto é moi chulo. Sorte! A ver se gañas algún premio do certame! Hugo C (2º Primaria)
ResponderEliminarÉ historia triste pero moi fermosa. Gústame o final porque ensina o importante que é axudar aos demais. Sorte, Iago! Saray E. (2º de Primaria)
ResponderEliminarGustoume este conto porque os protagonistas axudáronse uns aos outros e eu penso que é importante axudar aos demais. María (2º EP)
ResponderEliminarBoa sorte! Encantoume o conto do coello! É simpatiquísimo e moi orixinal. O que máis me gustou foi que rematou ben. Jesús (2º E.P.)
ResponderEliminarMe gusta mucho este cuento porque ayudaron al conejito y todo salió bien. La moraleja es muy bonita porque nos dice que tenemos que ayudar a los demás en lo que podamos. Antía (2º Primaria)
ResponderEliminarGustoume moito este conto. É moi bonito e divertidísimo. Sofía (2º E.P.)
ResponderEliminarEncantoume o conto do coelliño Rubén. Paréceme que todos deberiamos tomar exemplo de Lucas e axudar sempre aos demais. Alejandra (2º Primaria)
ResponderEliminarO que máis me gusta do conto é que apareza un coello que non coñece de nada para axudar. Eso é porque é moi bo. Ademais, gústame moito on conto porque me encantan as historias de animais que viven libres polos bosques e montes. Miguel Salgado (2º Primaria).
ResponderEliminarGustoume moito este conto porque ademáis de amosar o importante que é axudar aos demais, tamén podemos ver o importantes que son os médicos e enfermeiros porque coidan da nosa saúde. Andrea Araujo (2º de Primaria)
ResponderEliminarMuy bonito; Es un cuento triste, pero con un final muy feliz. Me ha hecho pensar en que hay mucha gente que necesita ayuda, y que todos deberíamos ser Lucas.
ResponderEliminarEncantoume, un conto dos que, si nos paramos a pensar un pouco, vemolo a menudo na realidade, e por desgrsza sin un final tan feliz. E un conto que nos ten que facer reflexionar e ser un pouco mais solidarios cos demais.
ResponderEliminarEste conto contén moitas ideas boas. Unha delas, é cando o coello nos di que a maior parte dos incendios son causados intencionadamente, ou porque non coidamos a natureza como se debería. Temos que coidar o noso e protexer os nosos montes!
ResponderEliminarGústame porque con este conto aprendín que hai que axudar a todos. Saray V (2º Primaria)
ResponderEliminarGústame esta historia porque é moi bonita, está ben escrita e ensina moitas cousas. Sandra (2º Primaria)
ResponderEliminarGustoume este relato porque está moi ben redactado e ademáis é bonito que os coellos se axuden. Debemos axudar aos demais para ser mellores persoas. Álvaro (2º E.P.)
ResponderEliminarGustoume moito iste relato porque é moi bonito e nel axudanse aos demais María (2ºESO)
ResponderEliminarMe gusta mucho este cuento porque dice Que hay que hay Que cuidar a la naturaleza a los animales y ayudar a las personas. Y me gusta que me lo diga un conejo. Mencia. Primero E.P
ResponderEliminarA mi... Me encanta!! IAGO ( 5 EP)
ResponderEliminare moiiiiiiii bonito (iago 5 ep )
ResponderEliminarguau que diverrrrrrrrrrrrrrrrr
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