Dicen que hay que hacer tres
cosas en la vida: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.
Laura tenía 26 años, y
estaba embarazada de su primer hijo. Vivía en un pequeño pueblo de Salamanca
junto a su madre, ya mayor, de la que cuidaba desde hacía unos meses.
El día en que Laura dio a
luz, fue el principio del resto de su vida. Fue un parto complicado, ella y el
niño estuvieron a punto de morir. El pequeño Carlos, que así fue como le llamó,
nació con problemas respiratorios por una negligencia médica, ya que las
enfermeras dejaron pasar mucho tiempo antes de sacarle. Tuvo que estar durante
quince días en el hospital, donde su madre apenas podía verle.
En este tiempo, Laura se dio
cuenta de la rapidez con la que la vida se va. Se dio cuenta de que vivimos dos
días, y que hay que aprovecharlos al máximo. Una noche, leyendo blogs en
internet, leyó que antes de morir hay que tener un hijo, plantar un árbol y
escribir un libro. Ella pensó que la primera ya la había cumplido, quizás era
hora de hacer también las otras.
Era 10 de abril, y hora de
que Carlos llegara a su nuevo hogar. Ese mismo día, Laura fue a la tienda más
cercana y compró semillas de higuera. Ese iba a ser su segundo objetivo, el
árbol. Al poco tiempo, una de las semillas que había plantado empezó a asomar
por encima de la tierra. Laura vio en ella un comienzo para su libro.
Laura cogió una libreta y
empezó a escribir. Las primeras semanas, contaba como su árbol crecía a la vez
que el pequeño Carlos. También expresaba en sus páginas lo difícil que era
criar a un niño sin su padre, y más sabiendo lo reciente que estaba todo. Hacía
ya nueve meses del trágico accidente. Un choque de trenes en el que murieron
casi una centena de personas, entre las que se encontraba Álvaro, su marido.
Ella estaba embarazada de dos meses cuando sucedió, y estuvo a punto de
perderlo. Luego su madre cayó enferma, y tuvo que venirse a vivir a Salamanca
para estar con ella. Pensó que sería lo mejor, se había criado aquí y aquí
estaba toda su familia, que le ayudaría a pasar este mal trago y también con
el niño.
Buscó trabajo y empezó de
nuevo a trabajar. Laura no tenía tiempo para nada, ni para su madre, que había
empeorado mucho en los últimos meses, ni para Carlos, ni para su libro. Al poco
tiempo, la madre de Laura falleció en el hospital. Para ella fue muy dura su
muerte, se dio cuenta de que había perdido a dos de las personas más
importantes de su vida en apenas un año.
A pesar de todo, Laura
decidió quedarse a vivir en Salamanca. Pensó que esto solo sería otro capítulo
más para su libro, en el que pocas desgracias más cabían ya. Ella sabía que
ahora más que nunca tenía que centrarse en su hijo, que tenía dos años.
Laura le decía que el árbol del jardín nació al mismo tiempo que él,
aunque siempre fue más alto.
El mismo año en el que
Carlos empezó el colegio, el árbol dio sus primeros frutos. Eran unos higos
enormes y sabrosos. A Laura le recordaban a los que recogía con su abuela y su
hermano cuando era pequeña, en una higuera que había detrás de su casa. Se
sentía satisfecha de haber cumplido sus objetivos, pensaba que siempre quedaría
ese recuerdo.
Los años pasaban muy rápido.
Laura terminó su libro, y Carlos tenía 33 años cuando ella enfermó de gravedad.
Al poco tiempo, igual que su madre, murió encamada. Pero todos piensan que
Laura nunca morirá del todo mientras estén presentes su hijo, su árbol y su
libro, que después de todo, era lo que decía en ese blog de internet. Sus
objetivos cumplidos.
LOST N.Y.
Me parece una historia muy triste pero muy bonita. Ana
ResponderEliminarEs una historia triste. Dan ganas de llorar pero es bonita también. Alba.
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